La creatividad como actitud ante la vida

                                                                                                                                20 de julio de 2010

Durante siglos primó la idea de que sólo eran creativas las personas extraordinariamente talentosas u originales y/o que la creatividad era un “don divino”. Actualmente el concepto de creatividad se ha democratizado y desacralizado, ¿Qué significa esto? Que hoy se considera que todas las personas son potencialmente creativas y que incluso esa creatividad es susceptible de ser estimulada, entrenada y desarrollada.

Todos los seres humanos somos capaces de crear, el juego del niño es un ejemplo de ello. Cuando un niño juega trasciende la realidad y la transforma, cualquier objeto o situación puede ser utilizado de manera simbólica para representar algo diferente. El juego es un fenómeno universal, todos los niños juegan, y esto constituye el gérmen de la creatividad humana. Ahora bien, esta cualidad que todo niño posee puede verse disminuída o limitada en un marco social poco estimulante o muy crítico; o bien puede verse favorecida y enriquecida si el contexto así lo permite. Pues entonces, el inicio de la personalidad creativa se encuentra en la infancia. Los niños son creativos naturalmente. Las virtudes que acompañan la actitud creativa pueden potenciarse a lo largo de la vida. Esto requiere de padres y docentes que estimulen y acompañen.

¿Por qué la creatividad se ha convertido en un recurso tan valorado? ¿Para qué sirve desarrollar la creatividad? Sin duda las grandes personalidades del arte y la ciencia han sido personas creativas. ¿Entonces la creatividad sirve para pintar como Picasso? ¿Para componer como Mozart? ¿Para ser un gran científico como Einstein o un gran escritor como Shakespeare? No se trata de eso el planteo. Ya lo dijo Winnicot, psiquiatra y psicoanalista inglés (1896-1971): “Es preciso separar la idea de creación por un lado, y las obras de arte por otro. Una creación puede ser un cuadro, una canción o un poema, pero también una casa, un jardín, un traje, un peinado, una comida, etc.” La creatividad corresponde a la condición de estar vivo. Tiene que ver con cómo nos relacionamos con la realidad exterior. Por supuesto que la creatividad es necesaria para que el artista produzca una obra de arte, pero también se encuentra presente cuando cualquiera de nosotros, niños, adolescentes, adultos, vivimos en forma saludable. La creatividad, así entendida, es una actitud ante la vida; supone varias cuestiones: capacidad de pensar en términos de proceso, romper patrones de pensamientos estereotipados y rígidos, interactuar satisfactoriamente con el entorno, poseer agudeza para percibir, capacidad intuitiva, imaginación, pensamiento crítico, autoestima, soltura para plantear nuevas ideas, audacia, tenacidad, tolerancia, capacidad de decisión, respeto por las diferencias, auto-conocimiento, autocrítica, sentido lúdico, constancia, etc.

Hoy más que nunca entendemos que una obra no es un producto mágico, ya que tenemos la posibilidad de estudiar los mecanismos biológicos y psíquicos involucrados y por lo tanto desenmascarar el proceso. ¿Cómo es el proceso de la creación?: Se comienza cuestionando la realidad existente, se parte de una fuente de inquietud intelectual, de la curiosidad, del interés. Luego se hace necesario experimentar sobre los materiales, buscar más y nueva información, probar, analizar, debatir resultados posibles. Finalmente, debe elaborarse un puente entre la esfera mental y la esfera física o social, es decir, llevar la idea a la obra. Esto es muy interesante, ¡fíjense!, pasamos de una primera fase en la que se requiere distanciarse de la realidad, luego volvemos a la realidad objetiva para experimentar, nuevamente nos aventuramos al mundo de las ideas y la fantasía, para anclar finalmente en la realidad y plasmar. Luego de haber culminado todo el proceso, es necesario mostrarlo, comunicarlo a otro significativo.

Todas estas idas y vueltas involucran funciones del pensamiento divergente o lateral, distinto del pensamiento convergente, lógico o vertical, pensamiento que se relaciona con el aprendizaje escolar, pautado, dirigido y sistemático, tal como se desarrolla hoy en las instituciones educativas. El pensamiento divergente, en cambio, se vincula con la creatividad y lamentablemente no tiene un lugar relevante en la educación formal.

Winnicot afirmó que lo que hace que el individuo sienta que la vida vale la pena vivirse es, más que ninguna otra cosa, la capacidad creadora. Lo opuesto, explica este autor, es una relación de acatamiento con la realidad exterior, en la que se reconoce al mundo sólo como un lugar en el que sólo es preciso “encajar”, adaptarse. Es una base enfermiza para la vida ya que implica un sentimiento de inutilidad, ligado a la alienación. Vivir de manera no creadora es quedar atrapado en la creatividad de  algún otro, o de una máquina. Vivir en forma creadora, en cambio, es un estado saludable. Las experiencias creadoras en los primeros años de vida son las que permiten la constitución del carácter, son la base del desarrollo emocional y mental, enriqueciendo la personalidad.
En síntesis, la creatividad es un conjunto de actitudes ante la vida que involucra cualidades no sólo cognoscitivas, sino también emocionales y sociales, que no sólo puede generar grandes creaciones trascendentes y excepcionales, sino también actividades cotidianas modestas, necesarias para la vida social e individual. La creatividad es una cualidad con la que todos nacemos, pero muchas veces las manifestaciones creativas de los niños se ven reprimidas, coartadas, limitadas por los modelos adultos. Se requiere, entonces, de un ambiente facilitador. Como escribió Saint-Exupery: “Todas la personas mayores han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan).”

Lic. Luciana Toffanin
Psicóloga UBA- Especialista en psicoterapias con orientación sistémica.